Sentía una corneja celos
contra los cuervos porque estos dan presagios a los hombres, prediciéndoles el
futuro, y por esta razón los toman como testigos. Quiso la corneja poseer las
mismas cualidades. Viendo pasar a unos viajeros se posó en un árbol, lanzándoles
espantosos gritos. Al oír aquel estruendo, los viajeros retrocedieron
espantados, excepto uno de ellos, que dijo a los demás:
- Eh, amigos, tranquilos; esa
ave es solamente una corneja. Sus gritos no son de presagios.
Con esta fábula quiso Esopo
transmitir que cuando vanidosamente
y sin tener capacidades, se quiere rivalizar con los más preparados, no sólo no
se les iguala, sino que además se queda en ridículo.
En estos días asistimos a un desigual pleito con las instalaciones
del Marina Colón como telón de fondo. Quiere el Cabildo de Lanzarote, presidido
por Pedro Sanginés (CC), que las instalaciones ubicadas en El Cable y
dependientes de Puertos Canarios (Consejería de Obras Públicas, Transportes y
Política Territorial del Gobierno de Canarias) sigan siendo un supuesto Centro
Insular de Deportes Náuticos y cuenta para ello con la simpatía del consejero,
Domingo Berriel, también de Coalición Canaria.
Pero hete aquí que su plan se topa con el interés de unos
emprendedores lanzaroteños cuya cabeza visible es César Miralles, joven en la
órbita ideológica del Partido Popular pero que en esta ocasión defiende
intereses empresariales puros y duros destinados a dar un uso polivalente al
Marina Colón: náutico, deportivo, de ocio diurno y nocturno y restaurante de
categoría en el lugar donde el Cabildo ha pensado guardar barquillos de Vela
Latina.