jueves, 21 de octubre de 2010

De repente no son todos iguales


Llevo muchos años lidiando con políticos. Tantos que, como le sucede a la mayoría de los ciudadanos, he acabado por banalizar esa profesión, que no vocación. Tantos que he acabado por perder la fe en la inmensa mayoría de ellos. No puede ser de otra manera cuando te tropiezas con tipos que un día abandonan la escuela donde ejercen, descubren el bon vivant del sueldazo y las prebendas sin dar golpe (o lo que el resto de los mortales conocemos como “golpe”) y más nunca regresan a las aulas. Nos quieren hacer creer que la vocación les dura veinte años.

Pero este miércoles he recobrado un poquito la fe. Este miércoles ha sido un día muy intenso. No les puedo contar mucho, de momento, pero he sido testigo de la angustia de unas gentes sacrificadas y expuestas a riesgos por mor de unas políticas absolutamente irresponsables. Y al tiempo he notado la ansiedad del cargo público competente en resolver el problema y una respuesta veloz (veremos en un futuro inmediato si también efectiva).

Les cuento: en un concreto servicio tutelado por el Cabildo de Lanzarote están ocurriendo cosas muy graves. Vienen sucediendo desde hace ya mucho tiempo. En los últimos días, incluso, se ha rozado la tragedia. No digo más. Hasta ahora la respuesta de la Administración insular había sido nula. O se lanzaban evasivas y se pasaba la pelota a la subcontrata o se aplicaba un exceso de mal entendida diplomacia que evitaba llegar hasta el Consejero responsable. Y el escándalo ha estado a punto de desatarse de una manera más que estruendosa.

Quien tiene la llave para resolver la problemática es Marci Acuña, que este miércoles se encontraba en Tenerife. A las cinco de la tarde conoce la situación límite, narrada por vía telefónica por quien esto firma. Inmediatamente adopta una solución de choque mientras se estudia la manera de resolver la cuestión de fondo. Sin embargo esto no calma los ánimos de quienes están dispuestos a todo con tal de que alguien les escuche. Llevan muchos meses de zozobra y topándose con el infranqueable muro del Cabildo.

Marci Acuña, a quien se le nota cierta tensión en su voz por una situaciónmuy delicada, atiende al móvil a una de las personas que pide ayuda. Y promete atenderle con prontitud. ¿Un día? ¿Una semana? ¿Qué pida cita a su secretaria?....Nada más lejos de la realidad. Ese miércoles, Marci Acuña vuela a última hora de la tarde de Tenerife a Gran Canaria y a las diez de la noche coge un vuelo hacia Lanzarote. Cita a las personas que quieren verlo a las diez y media de la noche en la terminal de llegadas de la T2. Esa gente ha conseguido en una sola tarde mucho más de lo logrado en varios meses de reclamaciones al Cabildo. Quizá tenga razón aquel que dice que no todos los políticos son iguales. Esperemos un tiempito.