jueves, 25 de marzo de 2010

El cartel de Pepote


perdón. Quise decir “El cartel del Palacio de Congresos”, no sé bien por qué me salió lo de Pepote. ¿Quién será Pepote? Venga, a lo mío. Resulta que muy en la línea del surrealismo político conejero, en Lanzarote tenemos cartel del Palacio de Congresos pero no tenemos Palacio de Congresos. Ni lo tendremos a corto plazo porque la Consejera de Turismo del Gobierno de Canarias, Rita Martín se ha gastado las perras en otra cosa, a pesar de reconocer que el Palacio de Congresos de Lanzarote es prioritario. El destino de los euros del edificio nonato van entre otros sitios,  al futuro Parque del Mediterráneo de Playa Blanca y al Jablillo de Costa Teguise, dijo el otro día.
            Así que ya podemos ir quitando el mentiroso cartel. Por cierto, ¿qué hace ahí ese cartel? ¿es un anuncio anticipado, muy, muy anticipado de una obra que ni siquiera tiene el encargo hecho a los arquitectos? ¿es un modo de presionar al Gobierno de Canarias para que cuando alguno de sus miembros pase por ahí le piten los oídos? ¿es otra muestra del Lanzarote de cartón piedra que tan bien nos sale antes de las elecciones? ¿es la ocurrencia de algún ocioso?
            Ese cartel mentiroso lo puso el gobierno socialista en el ayuntamiento de Arrecife, desmintiendo así la inactividad achacada al grupo de Pérez Parrilla. Cuenta la leyenda urbana que fue idea de un empresario muy pelota del PP y al que le gusta moverse como ratoncito de bolsillo en bolsillo de los ternos Hugo Boss  y de compartimento en compartimento de los bolsos Louis Vuitton, que visten y portan los  medianeros del Gobierno de Canarias.
            Claro, el empresario aportó la idea, el ayuntamiento la encargó, alguien la ejecutó y luego no encontrábamos quien lo pagara. Muy a lo Dimas, por lo que se ve. Si bien, y por una vez, el omnipresente no tuvo nada que ver. Cuentan que cuando el empresario pelota llamó orgulloso y contento de su obra a la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias para que apoquinara los mil y pico eurillos que costó la ocurrencia, alguien le dijo que sí, que esperara sentado y que para otra vez no fuese tan enterao.
            Y ahí está: ese cartel en plena entrada de la Capital de la isla engañando a propios y turistas. “Señoras y señores, hete aquí el Palacio de Congresos, orgullo de una ciudad que sabe hacer las cosas bien, que lo mismo abre una vaca en canal y la asa en plan medieval a las puertas de una Universidad, que deja morir un parque recién hecho o monta una cumbre al más alto nivel para que la grúa no se lleve el coche de una concejal mimosa y malcriada”.
            ¿Y Pepote? ¿Quién coño es Pepote?

Dos ideas para el ahorro


Los responsables del Gobierno de Canarias andan llorando por las descascarilladas esquinas de esta Comunidad por el dinero que no tienen. Son como cualquier familia que ve acercarse el fin de mes con muchos agujeros que tapar y los euros que no les alcanzan, pero a lo bestia. Gobiernan un lugar con la tasa de paro más alta de toda España, con ciudadanos insuficientemente preparados desde un punto de vista formativo y con deficientes infraestructuras en muchas de las islas. En aquellas que dispongan de infraestructuras, claro. Excluyo a Lanzarote donde ni las hay y apenas se las espera.
Antes se seguir quizá convenga dejar claro que no soy experto en economía, ni macro ni micro. Apenas manejo la propia, donde dicho sea de paso no hay demasiado que manejar. Aún así me voy a atrever a darle un par de ideas a los atribulados Rivero y Soria, presidente y vicepresidente de esta deprimida Región, Nacionalidad o País (táchese lo que no proceda). Son cuestiones de sentido común, aparentemente sencillas de ejecutar y que, seguro, nos ahorraría una pasta interesante.
La primera de ellas, ya la he expuesto alguna vez, sería eliminar esta absurda doble administración que padece y soporta el Archipiélago. Esto de tener sede, inmuebles, muebles y personal en Gran Canaria y lo mismo en Tenerife, o al revés, para todas y cada una de las Consejerías de este Gobierno de Canarias tan quejica en lo económico. Una sede en la isla que se elija, y punto. Desde cualquier otro sitio que no sea una isla capitalina se contempla con estupor los esfuerzos que se pierden por mantener el exquisito equilibrio interinsular (intergrancanariatenerife, se entiende) y nos la reflanfinfla, con perdón, en qué peñasco esté la Consejería de Papeleo o la Viceconsejería de Bloques del 20.
La segunda idea tiene que ver con el despiporre presupuestario de la Consejería de Educación que sigue y no para pagándole el sueldo a maestros y maestras, profesores y profesoras, que no ejercen como tales sino que se dedican a ser concejales de pueblo o de ciudad o consejeros de cabildos. Sugiero que el docente que elija la comodidad del cargo político al coñazo de las aulas (así tal parece pues el docente que da el salto a la política luego le cuesta Dios y ayuda volver a la tiza) no reciba su sueldo con cargo a la Consejería de Educación, sino que le pague la corporación en la que ejerza. Y el dinero de Educación, a mejorar los colegios, los institutos y la calidad educativa que recibe el alumno.
Con estas dos sencillas acciones, el Gobierno de Canarias evitaría que millones de euros, cada año,  se fueran por el sumidero. Porque eso es tirar el dinero. Directamente ti-rar-lo. Y en un lugar con muchísimas familias pasándolo verdaderamente mal, eso es una ordinariez, una aberración y, para los creyentes, hasta pecado.

domingo, 14 de marzo de 2010

Cámara independiente


El presidente de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de la isla de Lanzarote, Eduardo Spínola, apura sus últimos días de mandato pues hay elecciones en breve y hace tiempo ya que anunció que no se presentaría a la reelección. En realidad no es una reelección tal y como la conocemos en el mundo de la política, pero demos por válido este término porque, para los no puestos, las elecciones en la Cámara son un poco lío.

A lo que iba. Spínola pone punto y final a cuatro años de mandato que siguieron a otros tantos de incansable lucha para conseguir que Lanzarote contara con su propia Cámara de Comercio. Y lo hace con dos iniciativas que son la demostración de la independencia que el ente ha venido demostrando en el cuatrienio. En una se pide la devolución del patrimonio cameral de cuando Lanzarote estaba integrada en la Cámara de Las Palmas y que, por tanto, creció en bienes con el dinero de los conejeros y en la otra le insiste al Gobierno de Canarias acerca de la manera de terminar con la doble insularidad.

A lo largo del mandato de la primera Cámara en la historia de Lanzarote las muestras de independencia de los poderes político y económico mostradas por Eduardo Spínola han sido más que evidentes. No le ha sido fácil pues entre el casi medio centenar de empresarios que conforman el plenario de la Cámara hay numerosas sensibilidades. Sin embargo la manera de trabajar de Spínola ha logrado esa equidistancia de todos aún a pesar de erosionarse en demasía frente a sus propios compañeros. No se ha plegado a ninguna presión, ni para perder la independencia ni para que la corrupción se instalara también en la Cámara, según reza en el sumario de la Operación Unión.

Y ahora que Spínola se va, el gran reto del que llegue será no sólo mantener el nivel de trabajo y la solvencia económica de la Cámara que se ha logrado en los primeros cuatro años, sino demostrar que se sigue siendo independiente y límpio de sospechas. Y eso no será fácil. El todavía Presidente ha sido mal visto por algunos de los que ahora ambicionan el poder justamente por no plegarse a presiones políticas para no incomodar demasiado al gobierno de turno.

En resumen, que planea sobre la Cámara de Comercio de Lanzarote el peligro de que un par de pelotas de los partidos que gobiernan en Canarias traten de hacerse con la presidencia. Ese sería el escenario soñado por el paulinato: la docilidad de la organización que más ha ejercido de mosca cojonera en esta legislatura. Los parlamentarios regionales por Lanzarote también saludarían con interés que el borrego de guardia mandara en la cámara. Menos presión.

La última palabra la tienen los empresarios. Ellos eligen. Seguir con un par o diluirse como un azucarillo en el mar de la mediocridad política en el que nos movemos desde hace años.

jueves, 4 de marzo de 2010

Cuento para mi hija

El secreto de la flor más bonita del mundo

Había una vez una niña que se llamaba Claudia y tenía 4 años. A Claudia le gustaba ayudar a su padre a recoger los tomates y a regar las plantas. Todos los días, cuando su padre preparaba la manguera, la niña salía corriendo de la casa para ayudarle. Algunas veces abría el grifo del agua, otras aguantaba la manguera y, casi siempre, se mojaba los pies descalzos.
            Un día mientras miraba cómo de deprisa se escondía un lagarto al notar la presencia humana, Claudia se fijó en una pequeña flor que apenas asomaba por encima de la arena. Se acercó a ella, se agachó y la tocó, apenas rozándola, con uno de sus deditos. Y entonces, la flor le habló:
                       
-“Hola Claudia”-le dijo la flor- “No te asustes de mí. Soy la flor  que has tocado y quiero decirte que, si me cuidas, te contaré mi secreto”
                        -“¿Y cual es tu secreto?” –le contestó la niña
                        -“Primero tienes que cuidarme” –dijo la flor
                        -“¿Y cómo hago para cuidarte” –le preguntó Claudia
                        -“Escúchame bien” –y la flor empezó a contarle qué hacer para cuidarla. “Yo necesito tener agua para alimentarme y, aunque hay nubes en el cielo que a veces me la dan, no siempre llueve, así que necesito que tú me des agua.”
                        -“Yo te regaré todos los días” –dijo Claudia.
                        -“ja,ja,ja…” se rió la flor- “Todos los días no hace falta porque el agua es escasa y hay que tener cuidado en no gastar mucha porque a lo mejor un día se acaba. Me basta con que me riegues un poquito cada semana. Pero además, necesito la fuerza del sol”
                        -“¿Y yo que puedo hacer para darte la fuerza del sol?” –le preguntó la niña.
           
Y entonces, habló el sol:
                        -“Yo salgo todos los días, Claudia. Y le doy fuerza a todo lo que está en la tierra. Así que, si no arrancas la flor, yo le daré mis rayos para que crezca bonita”
                       
-“Ya has oído al sol” –dijo la flor. “No tienes que cortarme, ni arrancarme, ni pisarme… ni nada de eso. De esta manera seré la flor más bonita del mundo y tú podrás saber mi secreto”.
                       
            Claudia se quedó un ratito mirando a la flor. En silencio y pensando. De pronto, dijo:
                       
-“Vale, flor. Ya sé. Todas las semanas te daré un poquito de agua y no te haré nada para que el sol te de fuerza y crezcas mucho”.
                        -“Así me gusta” –dijo la flor. “Pero hay algo más: me tienes que dar cariño. Me basta con que vengas todos los días a ver si he crecido un poquito y que te pongas contenta de verme crecer y crecer.”
            La niña le dijo que así lo haría. Además, pronto empezaría las vacaciones de verano y así tendría más tiempo de ir a ver a su flor.

           
Y así lo hizo. Pasaron los días y Claudia la iba a ver;  y las semanas y la niña la regaba con agua fresca y así  la flor creció y creció hasta convertirse en una hermosa planta de flores rojas, amarillas, lilas y naranjas y con hojas del color más verde que nunca se haya visto.
            Una tarde, cuando Claudia la fue a visitar, la flor le dijo:
                        -“Hola, Claudia. Ahora ya soy la flor más bonita del mundo. Gracias a tus cuidados. Te contaré mi secreto: Si aquella tarde que me viste chinijita, chinijita tú me hubieses arrancado, hoy no existiría y no te podría contar mi secreto. Pero tú me cuidaste. Me diste agua, quitaste las malas hierbas de mi alrededor y dejaste que el sol me diera fuerzas; me venías a ver y, sin saberlo, me dabas mucho amor. Y a mí me gustaba crecer y crecer para seguir disfrutando de todo eso. Y el secreto es que, si tú haces lo mismo, un día serás la persona más bonita del mundo. Tienes que querer mucho a toda tu familia y a tus amigos. Hacer caso a tus padres, trabajar mucho en la escuela y no decir nunca mentiras. Ya verás como, si haces eso, tú serás la niña más bonita del mundo que tiene en su jardín la flor más bonita del mundo.”
            Y entonces Claudia se sentó a su lado y acarició a la flor con uno de sus deditos. El sol, que la estaba mirando desde el cielo, sonrió; y unos pajaritos que pasaban volando, comenzaron a cantar.

 Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Cuento escrito para ser contado a mi hija