miércoles, 28 de febrero de 2007

¡Joder, qué estrés!


Cuando uno se acostumbra al chinochano, que decimos donde nací, o a ir al golpito, expresión propia de donde quiero morir, a la que se te presentan más de dos cosas seguidas, surge el atoramiento. Bloqueado. Así se me anuncia marzo. ¿Qué hago? ¿A dónde voy? ¿Qué elijo? El día 2 puedo ver a Clownic en el Recinto Ferial o a 12Twelve en El Almacén. El 3 repetir con los clones de El Tricicle o darme un salto al Atlántida a gozarme a Losotroh. El 9, carambola a tres bandas: tengo a Comediants en Arrecife, a Lunar Project también en el Puerto y en Tías, Teatro. El 15 me viene Antonia San Juan a la que también puedo ir a ver el 16 si es que no he elegido, para ese día, patearme las rúas de la Capital donde habrá teatro por las calles. El 17 y el 18 lo mismo: perfomance callejero en el Muerto, perdón, en el Puerto.

El día 22 puedo elegir entre un clásico (Cyrano) en Arrecife o algo de Sartre en Tías. El 23 tengo cita con Alex Torío y el 24, 25, 26, 27 y 28, por este orden: Magios, Arco, Danza, Danza (otra vez) y Losotroh, y Fito y los Fitipaldi antes de que marzo se despida con dos actuaciones de Sara Baras. En medio de todo esto, ciclo de Cine en El Almacén y las carteleras permanentes de la isla, claro.

Semejante agenda, y más que se improvisará, en Marzo. Atascado. Temo llegar al día de la Victoria cautivo y desarmado por tanto derroche cultural. Por cierto, que el 1 de abril, en Inglaterra, se celebra el llamado April’s fool day, el día de los tontos, en el que es tradición gastar bromas. Temo que acabo de dar alguna idea para que el edil de turno ice la bandera de la Union Jack en cualquier rotonda y se pague unas birras a los hijos de la Gran Bretaña (que unos votillos, son unos votillos. Off course).

Y yo con estos pelos. Menos mal que el aluvión de teatro, danza, cine, música y tal, es una vez cada cuatro años. Porque esto no hay cerebro que lo asimile ni cuerpo que lo resista. Culto sí, pero libre de ansiolíticos y con los pies frescos y el culo sin callos. Les voy dejando que tengo cásting de secretarios personales para que me vayan poniendo la agenda en orden y me avisen, aunque sea un par de horas antes, a dónde puedo ir cada noche. Ya les contaré. Si sobrevivo a marzo.

miércoles, 14 de febrero de 2007

El lugar que merecemos


Lanzarote tiene 20 bomberos. Una potencia turística como la nuestra, con centenares de vuelos anuales, grandes hoteles de varias plantas, miles de habitantes por todas partes, decenas de gasolineras, colegios, un par de hospitales, etc…etc…tiene 20 bomberos. Hay más consejeros en el Pleno del Cabildo que bomberos en el Parque. Y no es coña.  En abril del año 2005 el entonces presidente Francisco Cabrera se comprometió a crear ocho nuevas plazas. A él no le dio tiempo porque se tiró del tren en marcha. A Inés Rojas tampoco le ha dado tiempo y le ha pillado el tren. Pero da igual, ella dice que nos espera un futuro maravilloso. Como en todo. A optimismo no le gana nadie, desde luego.
            Lanzarote está llena de escombreras por todas partes. Por Tinajo, por Tías,…Arrecife es una inmundicia: coches abandonados, solares llenos de hierros y muebles, contenedores hasta arriba de mugre, lugares tomados por marginales y drogadictos, sin Casa de la Cultura (pa qué), sin plan de tráfico y con la Policía al límite de un ataque de nervios porque a ellos no les han subido el 15% como a cada currante del ayuntamiento.
            Lanzarote tiene un Complejo Medioambiental de Zonzamas (cada vez más complejo y menos medio ambiental) al que le ha dado por incendiarse cada sábado. Un día la chatarra, otro los restos de poda,….y a esta hora todavía desconocemos si el Cabildo pedirá explicaciones, abrirá expedientes o, como siempre, se la envainará para no disgustar a una unión temporal de empresas a la que igual se la necesita ahora que viene Mayo. Por decir un mes cualquiera.
            Lanzarote tiene la segunda cesta de la compra más cara del Archipiélago. Estamos a la espera de un informe que dijo la presidenta que había encargado para saber el por qué. Igual tiene que ver con el transporte marítimo, que no controlamos, que nos tiene en manos de Trasmediterránea y que, ya está sucediendo, nos trae los productos frescos con el tiempo suficiente de colocarlos en la estantería del supermercado antes de que caduquen al día siguiente.
            Lanzarote asiste a un desprecio sin precedentes a la gente de la cultura. Los profesores del Conservatorio llevan con sus derechos arrinconados desde hace tres años, tres. La única escuela de Teatro que existe tiene que apartar la mierda de un supuesto centro cultural de un barrio para que asome el tal Stanislavski por las paredes húmedas. La isla no figura en el mapa de los circuitos nacionales, y a duras penas de los regionales.
            Lanzarote está a la cola en las inversiones del Gobierno canario. Históricamente. En el resto del archipiélago ya lucen proyectos de Calatrava o lustrosos trenecitos. Los Cruceros atracan en grandes infraestructuras portuarias y aquí arrastramos a los turistas por toda la carretera de los mármoles camino de una ciudad con sus monumentos patrimoniales semi abandonados.
            Podríamos seguir. Lanzarote, en definitiva, no está ni mucho menos donde Inés Rojas dijo que la había puesto en su etapa al frente de la Fecai (“en el lugar que por historia y realidad económica merece”, creo recordar que dijo). Y no es un ataque a la ahora Presidenta. No es su culpa (de hecho ni siquiera iba para presidenta). Pero sí es corresponsable, junto con el resto de las personas que voluntariamente se ofrecen a mejorar la isla, de una situación que todo el mundo ve. Con sólo abrir los ojos.
            La única solución que se me ocurre es que de verdad nos pongamos a trabajar. Que los ayuntamientos miren más por su pueblo (San Bartolomé casco, por ejemplo, da pena). Que el Cabildo se deje de tantos estudios y monsergas y sea más ejecutivo y que los Parlamentarios que han presentado sólo diez o doce iniciativas, o ninguna, empiecen de verdad a defender los intereses de la isla a la que dicen representar. No podemos volver a perder otros cuatro años.