Desde el mismo instante en que
nació la edición impresa de Diario de Lanzarote, cuyo número diez tiene ahora
en sus manos, o sobre la mesa, o encima de la barra del bar, que son los tres
soportes más habituales para un diario de papel, este periódico no ha hecho
otra cosa que pone de manifiesto lo mucho que Canarias, y España, deben a
Lanzarote. Se mire por donde se mire y se pongan como se pongan los que tienen
la obligación de invertir aquí lo mismo que gastan allí. Sea donde sea “allí”,
aunque casi siempre suele ser Gran Canaria, Tenerife, La Palma y, de último
también, Fuerteventura. Y el progreso de Lanzarote puede seguir yendo hacia
atrás, que en esto sí somos pioneros: en retroceder cuando queremos avanzar.
El grado de paletismo alcanzado
por nuestros gobernantes y los dirigentes de los partidos a los que pertenecen
estos gobernantes, hace que seamos tremendos a la hora de pelearnos entre
nosotros y unos borreguitos cuando hay que plantar cara a Tenerife o Madrid.
Ejemplos los tenemos en el surrealista episodio del alcalde de Haría, José
Torres Stinga, convertido en casi un huraño de entre los de su especie
política, o en la que han sido capaces de montar entre CC, PSOE, PIL y PP todos
de acuerdo en rendir homenaje a un vecino ilustre, al que han acabado
humillando. No se les puede pedir que se pongan todos a una a defender un lugar
necesitado de defensores. Su concepción de la política pasa única y exclusivamente por ganar las
próximas elecciones. Al precio que sea.
Y el precio suele ser la isla en sí. A plazos.
Así las cosas es más que probable que les haya pasado
desapercibido un nuevo peligro que se nos avecina: las limitaciones de la
‘nueva’ torre de control del aeropuerto de Guacimeta. El sindicato del gremio
ya lo ha advertido: la privatización de los controles aéreos ocasionará una
restricción en el tráfico. Porque dice este sindicato que los profesionales de
la empresa que se hará cargo de la torre del aeropuerto conejero se verán
obligados a espaciar los movimientos de despegue y aterrizaje, al menos durante
los próximos dos o tres años. Lo dicho: avanzamos hacia atrás.
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