jueves, 4 de abril de 2013

La Palma power


El Parlamento de Canarias no es de nadie en concreto. En cualquier caso pertenece a todos los canarios lo que, al margen de sonar bonito, es tan cierto como el sueldo y las dietas de sus señorías los de dentro. Es verdad que cada grupo político representado en la Cámara tiene su parcelita donde crecen por igual gardenias, petunias y asesores, pero el ente en sí, el Parlamento, es de todos. Pero más de los palmeros que del resto.
Viene esto a cuento porque el presidente del Parlamento, el palmero Antonio Castro Cordobez, del que nadie recuerda qué fue de su vida antes de dedicarse a la política, ha llenado de convecinos puestos inventados que gravitan alrededor del teórico imparcial despacho presidencial. En total cuatro  enchufados palmeros y dos empresas igualmente palmeras. Para qué disimular, habrá pensado el buen hombre.
Pese a que el Parlamento, como sede políticamente aséptica, tiene de todo, Castro Cordobez ha decidido esta legislatura duplicar el puesto de Secretaria Particular con una concejal no electa en un ayuntamiento de La Palma; crear el de Secretario Particular del Gabinete de Presidencia con otro concejal no electo en otro ayuntamiento de la isla bonita; inventarse también el de Jefe de Seguimiento Parlamentario y Asuntos Institucionales y multiplicar por dos el ya existente de Actividades Institucionales. Naturalmente los dos asesores son también palmeros.
A todo esto debemos sumarle la contratación externa de asesoramiento especializado, mediante negociado sin publicidad, de un par de empresas igualmente de La Palma.
Naturalmente nuestros parlamentarios, históricamente inútiles en la inmensa mayoría de los casos, no tienen nada que decir. Ver, oir y callar. Y viva La Palma. 

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