lunes, 6 de marzo de 2006

La foto, la imagen y el político


He aquí una relación íntima. Y de las duraderas.  A veces pareja convencional, otras un trío absolutamente aceptado y consentido. Allá donde hay un político, no lejos andan un cámara de televisión o un fotógrafo de prensa. O ambos a la vez. Es así y así ha sido siempre. Ocurre que en ocasiones los profesionales del objetivo están en otras cosas y es entonces cuando el político los llama porque los necesita y allí acuden raudos y veloces los sufridos gráficos para saciar el ego del edil y, de paso, no poner en riesgo la casi siempre insuficiente nómina de fin de mes. Uno los quiere, los usa. Los otros los necesitan, los soportan.
            He visto miles de veces fotos de políticos cortando cintas de inauguraciones, dando besos en la mejilla de niños, estrechando manos de otros políticos, abrazando ancianos desconocidos, fotos de alcaldes maquillados haciendo ver que escriben con buena pluma sobre un papel. He contemplado cientos de imágenes de concejales a pie de obra viendo cómo va el asfaltado de la calle principal, de consejeros conociendo “in situ” la realidad de tal o cual cosa, del presidente montando en helicóptero para viajar a no se dónde. Fotos, imágenes.
            He sido testigo de cómo, cámara en ristre, hombres y mujeres pasan horas apostados frente a una puerta esperando que salga el Rey o el yerno del Rey. Con sol, con lluvia, con frío. Con hambre. Salen y se paran y sonríen. Poco después unos lucen en los papeles o en el telediario, los otros bañan sus pies en agua caliente con sal…si es que han llegado ya a casa. Y hasta una vez tuve que socorrer a uno de ellos tras un grave accidente de tráfico mientras acudía a un congreso donde esperaban decenas de políticos sonrientes.
            Seguramente, una de esas personas que los ha querido y los ha necesitado. Que los ha llamado y que ha posado sonriente esperando verse reflejada posteriormente en la pantalla o el periódico, que los ha tenido esperando en la puerta de su despacho aguardando a que terminara una intrascendente reunión o que los ha mandado al quinto pino para sacar esa gran cosa hecha por su departamento haya sido la concejala de Obras Públicas de Telde. Antonia Torres. En prisión preventiva por supuesta corrupta cuando escribo estas líneas.
            Es por ello que sentí náuseas al ver a la concejala mirar amenazante al fotógrafo de La Provincia que la sorprendió en la madrugada teldense cuando salía del registro de su despacho acompañada por una funcionaria policial. La mirada de la concejala sospechosa de corrupción y un improperio que salió de la misma boca con que pide el voto, reflejan la otra cara de esta relación. Se creen con derecho a salir sólo cuando sonríen. Náuseas.

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