Quede claro desde el principio: no dudo del respeto que el
presidente del Gobierno de Canarias, Adán Martín, tiene para con sus
administrados. Que son todos los que aquí viven y votan. A Coalición o a cualquier
otro partido. Incluso los que no votan o lo hacen en blanco o de forma no
válida. Ahora bien, a veces disimula ese respeto o, directamente lo oculta.
Viene esto a cuento por las recientes declaraciones de
Martín Menis en relación a la postura del Comisario de Medio Ambiente de la Unión Europea que ha decidido
darse un poco más de tiempo para estudiar el proyecto de construcción del
polémico Puerto de Granadilla, en Tenerife. Ha dicho nuestro presidente que “la
presión de grupos minoritarios que no se presentaron a las elecciones y que se
oponen a los acuerdos del Parlamento canario no puede impedir una obra
necesaria”. De pena.
De pena por muchos motivos. Destacaré sólo dos. Sin entrar
en el fondo de la cuestión -el Puerto de Granadilla- Adán Martín transparenta
un profundo rechazo, primero, por los grupos que él dice que son minoritarios,
y que está por ver puesto que yo no estaría tan seguro que organizaciones como WWF/Adena,
SEO/Bird Life, Ecologistas en Acción o Greenpeace sean tan minoritarios como
asegura el primero de los canarios. Y segundo porque la frasecita en cuestión
“…no se presentaron a las elecciones…” es sinónimo de totalitarismo
trasnochado. Aquí no opina sino quien se presenta a las elecciones. Toma ya. Y
nadie le ha dicho que rectifique.
Con este artículo, por tanto, me estoy poniendo fuera de la
línea oficial que nos corresponde a los ciudadanos que no nos presentamos a las
elecciones en 2003. Opino sobre un hecho acaecido en el archipiélago
adanmartiniano. Dios me perdone. El caso es que no es la primera vez que oigo
de un político con respecto a un ciudadano o grupo de ciudadanos esa cosa de
“si quiere opinar, que se presente a las elecciones”. La cosa tiene tela.
¿Dónde queda aquello de la participación ciudadana que todos
incluyeron hasta el aburrimiento en la campaña electoral? ¿Dónde el orgullo que
ha de sentir un presidente al frente de una sociedad civil viva? ¿Dónde las
políticas del siglo XXI? Ansioso ya de
que termine la era de la garbanzada, la gorra y la guagua, del “yo le acompaño
a votar, señora, vaya dándome el DNI”, del beso en la mejilla del niño y el
billete de 50 euros a la madre para que le compre libros. Reclamo que me dejen
ser mayor de edad. Quiero opinar…sin tener que presentarme a unas elecciones.
Así sea.
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