miércoles, 13 de noviembre de 2013

La crisis política

FOTO: taringa.net

Tenemos todo el derecho del mundo a sentirnos indignados, decepcionados… estafados, incluso. Canarias vive sumida en una crisis política sin demasiados precedentes y en un momento en el que la otra crisis, la verdadera, la económica, la de las familias, reclama una mayor y sobretodo mejor atención de la política.

Las mociones de censura en La Palma han hecho saltar por los aires al Partido Socialista en aquella isla y muchos dirigentes ya no esconden la profunda crisis que ha abierto en el PSOE regional cuyo líder, José Miguel Pérez, ve debilitada su posición en el Gobierno de Canarias. Cabe recordar que la madre de todas las mociones de censura, así parece que sea, tiene como protagonista al PSOE palmero, junto al PP, y como víctima nada menos que a la Coalición Canaria de La Palma, de enorme peso dentro de la organización nacionalista.

Las cosas, sin embargo, no les van mejor a los de Paulino Rivero, protagonista voluntario (por incapaz de dar un paso al lado y auto descartarse en la carrera a la candidatura de 2015) de una lucha de poder, la enésima, que vive Coalición en las islas. Y si bajamos a lo local ya ni les cuento porque, de sobra saben, cómo está CC en la isla.

Y a todas estas llega el PP y se ofrece a romper pactos en las instituciones de Lanzarote, desde el Cabildo a los ayuntamientos de Arrecife y Teguise recomponiendo lo que ya hubo a principios de legislatura y que fracasó por motivos varios que van desde la incompatibilidad manifiesta de caracteres entre Pedro San Ginés y Astrid Pérez al ataque de pánico que le entró a Oswaldo Betancort, víctima de rumores de moción de censura en su contra, pasando por el caso Arrecife con la dimisión de Cándido Reguera porque también sospechaba de que Montelongo se la estaba liando.

Una profunda crisis política, les decía al principio, que se hace monumental en tiempos en los que los ciudadanos más necesitamos de partidos fuertes, líderes capaces y políticas efectivas para paliar tanta desesperación.


 Pero ellos, como ven, van a lo suyo.

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