Que Lanzarote ha perdido
protagonismo y peso político en el Archipiélago es evidente. No hace falta sino
mirar los presupuestos de estos últimos años, lustros incluso, para darnos
cuenta de ello. Pero es que ahora resulta que también estamos perdiendo el
lugar preferente que nos habíamos ganado como Laboratorio de Pactos y Trapisondas
(LPT).
Estas últimas semanas están
resultando absolutamente frenéticas en la isla de La Palma, que nos desafía
ferozmente como territorio del quítate tú para ponerme yo. Unas veces se alían
los socialistas con Coalición para echar al Partido Popular, otras el PP con el
PSOE para desalojar a los nacionalistas de sus poltronas….en fin: espectáculo
conejero en la Isla Bonita.
Digo yo que si hubiésemos sido un
poquito más avispados, que hasta para esto somos medio lerdos, hace ya tiempo
que debiéramos haber tenido registrada la franquicia LPT y, oiga, aquel que
quiera usarla que nos pague unos cuantos royalties, que uno no se estruja el
cerebro para ser tránsfuga saltimbanqui y se arriesga a que lo señalen por la
calle al perder la dignidad para que luego llegue cualquier isla de por ahí a
copiar lo que tan bien, y quizá lo único, que sabemos hacer por aquí: maquinar
y aliarse con el que sea con tal de cambiar gobiernos.
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