El alcalde de Teguise, Oswaldo
Betancort, cayó de pie en la política lanzaroteña y en gracia entre la opinión
pública insular. Con buena prensa, rodeado de gente nueva y apuntalado por el
hartazgo ciudadano de políticas de garbanzas, teleclub y tanatorio, el joven
empresario se hizo con el primer sillón municipal rozando la mayoría absoluta.
El apoyo del PP, primero, y el del PSOE, después, le han garantizado la
alcaldía. Es verdad que tanto la negociación del primer pacto como, sobre todo,
su ruptura, lanzaron el primer aviso de que no todo es inmaculado en Betancort.
Las fiestas de La Caleta de
Famara, recién terminadas, confirman aquella sensación. Oswaldo Betancort, a
quien no pocos llaman Oswama o
Kennedy, con sorna o sin ella, demuestra
que en ocasiones se lanza en brazos del más despreciable populismo con tal de
arañar un puñado de votos. El precio no importa. Incluso vale la factura del
coma etílico a cambio de la papeleta con sus siglas.
El Cabildo de Lanzarote acaba de
lanzar una campaña de consumo cero en alcohol y drogas en vísperas de Los
Dolores, punto de encuentro de miles de jóvenes atraídos por una llamada a la
fiesta que, ni de lejos, llega al desfase que el ayuntamiento de Teguise
permite en La Caleta. Sonroja comprobar cómo desde el despacho de Oswaldo
Betancort no sale ni media recomendación similar a la de la primera corporación
insular. Al contrario: en el programa de fiestas, y sin advertir de su
contenido inapropiado, se incluyó el estreno de un capítulo de una webserie
cargada de referencias al consumo de drogas y al sexo, con un lenguaje alejado
de, digámoslo con suavidad, lo políticamente correcto.
Escándalo, sí, pero otro más
dentro de lo irracional de ir empatando verbenas con fiestas “alternativas” y
con más verbenas y fiestas durante horas y horas y permitir, mientras, que
calles y solares se conviertan en puntos de botellón incontrolable o
voluntariamente incontrolado. ¿Es esta la juventud que quieres, Oswaldo?
Y sé perfectamente que las fiestas
de La Caleta no fueron sólo eso y que la responsabilidad de educar a los
menores es de la familia, pero falta saber si en el ayuntamiento son capaces de reflexionar,
con seriedad y sin chiquillajes, si no deben revisar algunos principios que
parecen tener olvidados.
Artículo publicado en Diario de Lanzarote
No hay comentarios:
Publicar un comentario