Al ayuntamiento de Teguise se le
han ido de las manos las fiestas de La Caleta de Famara. Salvo que el objetivo
de los organizadores sea la de ver deambular, a cualquier hora y por cualquier
calle, a decenas de jóvenes vaso en mano, claro. En ese caso las fiestas han
sido un auténtico exitazo porque durante los últimos tres días La Caleta ha
sido exactamente eso: un constante ir y venir de gente bebiendo y, en muchos
casos, bebida.
Creo honestamente que el
ayuntamiento que preside Oswaldo Betancort debe reflexionar seriamente sobre el
modelo de fiesta que se pretende. Y me consta que si no sale de él, alguien le
invitara a hacerlo. Porque afortunadamente no todos en su grupo de gobierno
creen que los votos se ganan de cualquier manera.
El escaso respeto por un espacio
natural y la permisividad del consumo de alcohol, por litros, en la vía pública
no son valores que deba defender un ayuntamiento. En el caso que nos ocupa
Teguise no sólo no los defiende, sino que los promueve. La imagen de La Caleta,
estos días, ha sido peor que nunca. Y me constan los enormes esfuerzos que se
han hecho para tratar de mantener limpio el entorno y en orden las fiestas.
A estas horas desconozco el
balance que el ayuntamiento hará de las Fiestas de La Caleta, fundamentalmente
de estos tres últimos días. Sería una auténtica sorpresa que no hicieran un
ejercicio de autocrítica.
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Comentario de portada del Informativo Matinal de Biosfera Radio
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