viernes, 23 de agosto de 2013

El turista non grato


Paulino Rivero, el presidente del Gobierno de Canarias, veranea en Lanzarote. Hace varios años que veranea aquí. Pero además pasa en la isla muchos puentes, algún fin de semana e incluso días sueltos. Paulino Rivero es el típico pelmazo que va a los sitios donde tiene la confianza suficiente para invitar a copas y luego largarse sin pagar. Y su Gobierno también. Tienen, el uno y los otros, un sexto sentido: vista, tacto, oído, olfato, sabor y el del gorrón que detecta, como los radares, el sitio donde en lugar de afear sus sinpas (plural del acrónimo del neologismo sinpagar,  muy fácil de identificar de dónde viene) todavía le dan palmaditas en la espalda.

No hay más que fijarse en las cifras, escandalosas, que publica Diario de Lanzarote para darse cuenta de cómo nos trata, a Lanzarote y a los lanzaroteños, el Gobierno de Paulino Rivero (y de Soria, antes, y de un líder socialista que pasaba por allí, ahora mismo). Se lo resumo: pintan para la isla unos presupuestos ridículos; aparecen los parlamentarios, como los superhéroes salvando a la rubia, diciendo que todo está arreglado y que habrá más pasta. Y si te he visto no me acuerdo, porque, salvo esta vez, nadie reclama al final.

Pero hete aquí que a un diputado regional le ha dado por pedir la cuenta. Fabián Martín ha querido que el Parlamento le pase la ejecución de los últimos presupuestos y que los detalle por islas. Y la Cámara Regional, aunque en agosto y casi que en un cuarto oscuro, le ha pasado a Fabián la lista de las vergüenzas. Porque al cabo son eso: vergüenzas. En los últimos tres años el Gobierno de Canarias nos ha dicho que iba a invertir en la isla 174 millones, y al final sólo se han gastado 93. Pero es que esos 93, son 9 millones menos que Fuerteventura y la friolera de 56 millones de euros menos de inversión que La Palma.

Y no veranera ni en Jandía ni en Barlovento. Lo hace aquí, entre nosotros. Haciendo footing por las carreteras que no arregla, duchándose con el agua que sale de una potabilizadora que no construye y bebiéndose el vino hecho con uva a la que le racanea las ayudas al Posei. Nada nuevo. Siempre nos hemos quejado del turismo de baja calidad.

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