Paulino Rivero, el presidente del
Gobierno de Canarias, veranea en Lanzarote. Hace varios años que veranea aquí.
Pero además pasa en la isla muchos puentes, algún fin de semana e incluso días
sueltos. Paulino Rivero es el típico pelmazo que va a los sitios donde tiene la
confianza suficiente para invitar a copas y luego largarse sin pagar. Y su
Gobierno también. Tienen, el uno y los otros, un sexto sentido: vista, tacto,
oído, olfato, sabor y el del gorrón que detecta, como los radares, el sitio
donde en lugar de afear sus sinpas
(plural del acrónimo del neologismo sinpagar, muy fácil de identificar de dónde viene) todavía le dan palmaditas en la
espalda.
No hay más que fijarse en las
cifras, escandalosas, que publica Diario de Lanzarote para darse cuenta de cómo nos
trata, a Lanzarote y a los lanzaroteños, el Gobierno de Paulino Rivero (y de
Soria, antes, y de un líder socialista que pasaba por allí, ahora mismo). Se lo
resumo: pintan para la isla unos presupuestos ridículos; aparecen los
parlamentarios, como los superhéroes salvando a la rubia, diciendo que todo
está arreglado y que habrá más pasta. Y si te he visto no me acuerdo, porque,
salvo esta vez, nadie reclama al final.
Pero hete aquí que a un diputado
regional le ha dado por pedir la cuenta. Fabián Martín ha querido que el
Parlamento le pase la ejecución de los últimos presupuestos y que los detalle
por islas. Y la Cámara Regional, aunque en agosto y casi que en un cuarto
oscuro, le ha pasado a Fabián la lista de las vergüenzas. Porque al cabo son
eso: vergüenzas. En los últimos tres años el Gobierno de Canarias nos ha dicho
que iba a invertir en la isla 174 millones, y al final sólo se han gastado 93.
Pero es que esos 93, son 9 millones menos que Fuerteventura y la friolera de 56
millones de euros menos de inversión que La Palma.
Y no veranera ni en Jandía ni en
Barlovento. Lo hace aquí, entre nosotros. Haciendo footing por las carreteras
que no arregla, duchándose con el agua que sale de una potabilizadora que no
construye y bebiéndose el vino hecho con uva a la que le racanea las ayudas al
Posei. Nada nuevo. Siempre nos hemos quejado del turismo de baja calidad.
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