jueves, 11 de julio de 2013

Una historia de agua sucia


La historia moderna del agua en Lanzarote tiene tres fechas clave: mediados de los sesenta, cuando llega la primera desaladora; finales de los ochenta, cuando se crea Inalsa y el 1 de junio de 2013 cuando se privatiza la desalación, producción, suministro y venta del agua a una empresa privada.  En total algo más de medio siglo de una isla. Nada, en realidad, en el contexto histórico de un lugar. Y eso, nada, es lo que los políticos de Lanzarote han tardado en arruinar los logros y en faltar al respeto a la memoria de tantos y tantos hombres y mujeres que arañaban la tierra en busca de una gota. Cuentan los mayores que el agua de un sancocho servía para varias familias y que la borsolana del aseo personal pasaba de mano en mano hasta que apenas quedaba un pizco de agua sucia en su interior. Los que han arruinado Inalsa han escupido sobre esas fatigas.
Es indudable que hoy somos infinitamente más pobres que ayer. Al menos desde un punto de vista moral. Hemos cambiado el honor (y el agua) por mercedes, moechandón, putas  y cocaína. Y ahora pretenden que nadie pague por ello. Que hagamos como si aquí no hubiese pasado nada. Que un agujero económico de más de 50 millones de euros no tenga más responsable que las pérdidas en red o la sobada mala gestión. Que dicho sea de paso, una gestión negligente del dinero público también es punible.
Es obsceno emplear todos los esfuerzos diarios, los recursos públicos y las influencias del cargo en pisotear técnicos y tratar de justificar lo injustificable buscando informes que te limpien la conciencia y te deje en paz con los de tu clase. A la gente de Lanzarote, a esos mayores que quedan y vivieron aquellos tiempos y a los herederos que cierran el grifo cuando se enjabonan o se lavan los dientes y llenan aljibes por si acaso, no se les puede ofender diciéndoles que aquí no ha pasado nada y que, además, deben (debemos) aportar entre todos el dinero desaparecido. Robado, dejémonos de eufemismos.
Pero así son estos. Prefieren que seamos ustedes, y yo, quienes paguemos sus excesos.  Quizá la Justicia nos pueda devolver un poco de esperanza. Duele ver  en qué  ha parado la lucha por el agua en esta isla sin que nadie esté pudriéndose en la cárcel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario