En el ayuntamiento de Arrecife
posterior al Caso Unión y la Operación Jable, han mirado a Urbaser sin verlo.
Algo así como el que contempla un punto fijo hasta llorarle los ojos de no
parpadear, mientras va pensando en sus cosas y el mundo sigue girando ajeno a
sus pensamientos. En este caso lo que ha seguido rodando es la máquina de
facturar cien millones de las desaparecidas pesetas todos los meses, mientras
en el Gobierno Municipal miraban al punto fijo del vencimiento del contrato,
sin que se les ocurriera que algo podían hacer mientras tanto.
Con Cándido Reguera al frente del
ayuntamiento de Arrecife no fueron pocas las veces que se le interpeló sobre la
posibilidad de denunciar el contrato que unía a las partes, visto lo visto en
la libreta de Jacinto Álvarez, el ex gerente de Urbaser, y lo que trascendía de
los sumarios judiciales que investigan los supuestos casos de corrupción. Reguera acudía una y otra vez al final del
contrato y al ya veremos. Es como el que ve el cenicero lleno de pestilentes
colillas y prefiere esperar a que a final de semana llegue la señora de la
limpieza en lugar de botarlas a la basura.
Ya con Manuel Fajardo Feo
rigiendo los destinos de las arcas municipales y tras mucho seguir mirando al punto
fijo, se ha actuado tímidamente sancionando a Urbaser por incumplimiento de
contrato en un episodio que recuerda mucho a cómo finalizaron las correrías
delictivas y sangrientas de aquel gánster al que finalmente empapelaron por un
mero delito fiscal.
Ha dolido mucho al ciudadano todo
lo que se ha ido conociendo de la relación entre los dirigentes municipales,
políticos y técnicos, y la empresa Urbaser. Esa orgía de relojes, bolsos,
viajes y sobres con dinero que se pasea ante nuestras narices ha sido una
interminable ofensa a la que, si nos descuidamos, no se hace frente desde
Arrecife dejando en manos de la Justicia toda la responsabilidad de depurar
culpas.
Esta última es otra excusa a la
que suelen aferrarse aquellos que por un mal entendido corporativismo y un peor
aplicado sentido de la vecindad y la cercanía, se han negado sistemáticamente a
depurar responsabilidades entre los políticos o los técnicos.
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