Algo se mueve en Lanzarote. La llamada “sociedad civil”, es
decir, aquellos ciudadanos no militantes en los más que desacreditados partidos
políticos que forman el mapa insular, está en incipiente ebullición. Todavía no
sé muy bien cómo acabará la cosa, pero se palpa que hay movimientos de tierra,
quizá todavía leves, que quieren terminar en terremoto. Y me da que esta vez no
estamos hablando de ningún frikivecinal
ni de abueloscebolleta metidos a
tertuliano.
Hay jóvenes
que se han estado reuniendo. Gentes que empiezan a currarse la revolución desde
la base. Pibes hartos de tanta corrupción. Personas que creen que se puede
hacer política de un modo limpio. Desde el gobierno y desde la oposición
también. Mentes saneadas que consideran que hacer gestión pública es trabajar. Y
que para ello no es preciso cobrar los obscenos sueldos que cobran casi todos. En
las redes sociales (Facebook es un ejemplo) habitan ya movimientos llamados a
generar conciencia. No es preciso abundar en lo mal que están las cosas, cuanto
en que es posible un cambio.
El político
en Lanzarote es tan inmensamente corrupto que no concibe otra forma de estar en
el machito que pretendiendo controlarlo todo. Desde las asociaciones vecinales
a las AMPAS pasando por las murgas y, naturalmente, los medios de comunicación.
Ya les he hablado aquí mismo de un tal Pérez y su creencia de que un medio no
exclusivamente dependiente de las instituciones “es un peligro”. Si se puede
evitar una crítica a base de publicidad institucional (o sea pagando el
ayuntamiento o el Cabildo) se rellena el cheque y tan amigos. Que el medio se
pone muy pesado y algo durillo, se cierra el grifo y asunto concluido.
Por eso celebro que
haya savia nueva que quiera acabar con tanta porquería como hay en las
poltronas oficiales. En Lanzarote llevamos muchos años y miles de millones
perdidos. Quizá sea el momento de que los que nos gobiernan y los que nos
pretendan gobernar en el futuro sientan el incansable aliento ciudadano en su
nuca. Y eso sólo es posible con una sociedad civil sanota y organizada. No
vendría mal, de paso, que también sintieran en su nuca el aliento de la crítica
mediática. Pero para ello es preciso que los empresarios isleños apuesten, de
verdad, por los medios de comunicación.
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