El nuevo Partido Popular de Lanzarote, el que encabezan
Astrid Pérez y José Pablo Lemes, cumple siete meses. Un tiempo que han
sobrellevado en continua reválida conscientes de que no fueron los elegidos del
poder, sino de las bases. Una especie de rara avis en un partido donde se ve
como natural que el de arriba nombre al de abajo. El reciente triunfo en las
elecciones europeas les ha diplomado. La licenciatura, si llega, será en 2011.
Astrid y
José Pablo tienen ante sí un importante reto. Llevar al PP a posiciones de
gobierno. Algo insólito para esta formación política en la isla, más allá de
aquella anécdota protagonizada por Francisco Cabrera en la pasada legislatura.
Si les dejan trabajar, y si no pierden de vista lo que la gente espera de
ellos, quizá hasta lo consigan. Antes, sin embargo, deben romper
definitivamente los lazos que les unen al pasado.
Ellos, mejor que nadie, saben
cuáles son y dónde están. La actual coyuntura política en Lanzarote les ha
colocado en el mapa. Bien es cierto que hay que saber moverse por él. Deben
huir del gobierno por el gobierno a cualquier precio y con cualquier pacto, han
de saber comunicar la diferencia que existe entre la savia nueva del PP, la
guardia pretoriana de Soria en Lanzarote y los estilos históricos de hacer
política en la isla cuya estación de llegada ha sido el Juzgado número 5.
Astrid y José Pablo, jóvenes,
preparados y honestos, deben encabezar un partido que en nada ha de parecerse
al que acaba de ser condenado por los tribunales de Justicia por pisotear la Ley estirando más allá de lo
permitido aquella gestora de triste recuerdo. Ambos deben capitanear una
formación donde no deben tener cabida tipos como Roger Deign, que escupe a los
Derechos Humanos y hace del PP la caricatura del partido rancio y facholiento.
Frente a lo que hay, se espera la
llegada del Partido Popular. Pero…
No hay comentarios:
Publicar un comentario