miércoles, 17 de enero de 2007

Decepción


La valoración que el Cabildo de Lanzarote ha hecho de la reciente reunión con Transmediterránea para garantizar la permanencia de los barcos que, al final, abastecen de productos diversos a la isla (fundamentalmente de productos perecederos) me ha causado una profunda decepción. Más allá de las palabras que ha utilizado el Gabinete de Comunicación para describir tal encuentro (muy clarificador), la decepción me viene dada porque, a mi juicio, nuestro Gobierno sigue dando muestras de debilidad. De doble debilidad. De triple debilidad.
            La primera muestra la encontramos viendo a la presidenta del Cabildo, Inés Rojas (y al de Fuerteventura y a la Directora General de Transportes del Gobierno de Canarias….) en la sala de espera del despacho del presidente de Transmediterránea y no al revés. La segunda, cuando creemos ciegamente en la palabra del más alto directivo de la naviera que nos fía a un plazo de año y medio la solución a lo que buscamos y encima le aplaudimos los enormes esfuerzos que hace por modernizar la flota (también le creímos cuando dijo que el Superfast Galicia no lo retiraban sino que entraba en varadero para una revisión ordinaria y al final la tozuda realidad nos ha enseñado la popa del barco que se va para no volver). Y la tercera muestra de debilidad, en fin, cuando trasladamos a la opinión pública un mensaje tan vacío de contenido como que la reunión ha sido “muy clarificadora”. Ni positiva,  ni negativa, ni buena, ni mala: clarificadora.
            Clarificadora, en efecto, de que estamos como estábamos. O sea mal. Ha desaparecido el buque de las conexiones interinsulares y, en el mejor de los casos, el enlace Península-Canarias seguirá como hasta ahora.  Y ello nos conforma. O mejor, conforma a nuestros gobernantes porque ni los empresarios de la isla ni el Cabildo de Fuerteventura se muestran tan condescendientes. Al contrario: se han cabreado, y mucho. Justo lo que debe hacer nuestro Gobierno: no conformarse. Luchar para que Lanzarote tenga cada vez más. Ni menos ni lo mismo, más.
            Los ciudadanos debemos exigir un Cabildo con personalidad. Con políticos capaces de defender nuestros intereses cueste lo que cueste. Se acabó ejercer de pedigüeños ante Tenerife o Las Palmas. Hay que pedir lo que nos corresponde, directamente o en apoyo de nuestras reivindicaciones a Madrid o Europa. Y, por supuesto, hay que tomar el control de lo estratégico. El Cabildo de Lanzarote debe controlar el abastecimiento de la isla. No podemos estar en manos de la provisionalidad. Ellos tienen un barco, pero nosotros somos el Gobierno. ¿O es que más de trescientas mil personas –población de hecho de Lanzarote más Fuerteventura- no merecen ya un trato preferente?
            El Gobierno, además, ha de comunicar con el objetivo de satisfacer a la población. Porque el ciudadano, señora Presidenta, quiere saber si seguirá pagando la fruta y la verdura más cara y de peor calidad de todo el Archipiélago,  o por el contrario su Gobierno está haciendo algo para que esto no sea así. Esa es la respuesta y no si una reunión resulta clarificadora o no. Porque ante la percepción personal, subjetiva por tanto, con la que se sale de una reunión, ha de existir el contrapeso de los que forman el Gabinete de la Presidencia. Ahí ha de haber expertos en transporte y en comunicación, entre otros campos. Personas que deben sugerir y a los que el presidente (Presidenta en este caso) ha de escuchar. Una línea de buen gobierno no se debe guiar por impulsos o corazonadas. Hechos. Es lo que queremos. Y soluciones, para ello son ustedes los gobernantes. Defiendan Lanzarote por encima de todo lo demás. Empiecen a ganarse el respeto de los administrados. Quiero un transporte que me garantice calidad en los productos. Señora Presidenta, señores del Gobierno: tienen el apoyo de los empresarios y de la población entera. Demuestren que lo merecen.

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