La valoración que el Cabildo de Lanzarote ha hecho de la
reciente reunión con Transmediterránea para garantizar la permanencia de los
barcos que, al final, abastecen de productos diversos a la isla
(fundamentalmente de productos perecederos) me ha causado una profunda
decepción. Más allá de las palabras que ha utilizado el Gabinete de Comunicación
para describir tal encuentro (muy clarificador), la decepción me viene dada
porque, a mi juicio, nuestro Gobierno sigue dando muestras de debilidad. De
doble debilidad. De triple debilidad.
La primera
muestra la encontramos viendo a la presidenta del Cabildo, Inés Rojas (y al de
Fuerteventura y a la Directora General
de Transportes del Gobierno de Canarias….) en la sala de espera del despacho
del presidente de Transmediterránea y no al revés. La segunda, cuando creemos
ciegamente en la palabra del más alto directivo de la naviera que nos fía a un
plazo de año y medio la solución a lo que buscamos y encima le aplaudimos los
enormes esfuerzos que hace por modernizar la flota (también le creímos cuando
dijo que el Superfast Galicia no lo retiraban sino que entraba en varadero para
una revisión ordinaria y al final la tozuda realidad nos ha enseñado la popa
del barco que se va para no volver). Y la tercera muestra de debilidad, en fin,
cuando trasladamos a la opinión pública un mensaje tan vacío de contenido como
que la reunión ha sido “muy clarificadora”. Ni positiva, ni negativa, ni buena, ni mala:
clarificadora.
Clarificadora,
en efecto, de que estamos como estábamos. O sea mal. Ha desaparecido el buque
de las conexiones interinsulares y, en el mejor de los casos, el enlace
Península-Canarias seguirá como hasta ahora.
Y ello nos conforma. O mejor, conforma a nuestros gobernantes porque ni
los empresarios de la isla ni el Cabildo de Fuerteventura se muestran tan
condescendientes. Al contrario: se han cabreado, y mucho. Justo lo que debe
hacer nuestro Gobierno: no conformarse. Luchar para que Lanzarote tenga cada
vez más. Ni menos ni lo mismo, más.
Los
ciudadanos debemos exigir un Cabildo con personalidad. Con políticos capaces de
defender nuestros intereses cueste lo que cueste. Se acabó ejercer de
pedigüeños ante Tenerife o Las Palmas. Hay que pedir lo que nos corresponde,
directamente o en apoyo de nuestras reivindicaciones a Madrid o Europa. Y, por
supuesto, hay que tomar el control de lo estratégico. El Cabildo de Lanzarote
debe controlar el abastecimiento de la isla. No podemos estar en manos de la
provisionalidad. Ellos tienen un barco, pero nosotros somos el Gobierno. ¿O es
que más de trescientas mil personas –población de hecho de Lanzarote más
Fuerteventura- no merecen ya un trato preferente?
El
Gobierno, además, ha de comunicar con el objetivo de satisfacer a la población.
Porque el ciudadano, señora Presidenta, quiere saber si seguirá pagando la
fruta y la verdura más cara y de peor calidad de todo el Archipiélago, o por el contrario su Gobierno está haciendo
algo para que esto no sea así. Esa es la respuesta y no si una reunión resulta
clarificadora o no. Porque ante la percepción personal, subjetiva por tanto,
con la que se sale de una reunión, ha de existir el contrapeso de los que
forman el Gabinete de la Presidencia. Ahí
ha de haber expertos en transporte y en comunicación, entre otros campos.
Personas que deben sugerir y a los que el presidente (Presidenta en este caso)
ha de escuchar. Una línea de buen gobierno no se debe guiar por impulsos o
corazonadas. Hechos. Es lo que queremos. Y soluciones, para ello son ustedes
los gobernantes. Defiendan Lanzarote por encima de todo lo demás. Empiecen a
ganarse el respeto de los administrados. Quiero un transporte que me garantice
calidad en los productos. Señora Presidenta, señores del Gobierno: tienen el
apoyo de los empresarios y de la población entera. Demuestren que lo merecen.
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