jueves, 19 de octubre de 2006

El Guincho y la FCM


Hubo un tiempo en que las reflexiones de la Fundación César Manrique eran respetadas. Es más: eran demandadas de tan poco como se prodigaban en relación a lo mucho que había que alegar. Se hacía eterno el periodo que transcurría entre una opinión y la siguiente. Apenas recuperados del impacto sobrevenido a la muerte del artista, en las entrañas del Taro todavía dudaban sobre si, además de seguir con su obra, debían hacer lo propio con su espíritu. Lanzarote pedía a gritos que la Fundación perpetuara el mensaje de Manrique traduciendo las voces de ultratumba. Tarea nada sencilla y, desde luego, poco agradecida. Aún así, cerraron el debate y a ella encaminaron parte de sus esfuerzos.
            Años después la realidad nos sorprende con algo bien distinto. Aquellas ansias de conocer qué hubiese dicho César para ajustarnos a su filosofía se han convertido en feroces críticas al adivinar, tras cada juicio de la Fundación, un interés económico. Si cuestionan una carretera por adecuarse poco o nada al paisaje que la rodea, es porque la Fundación teme que esa vía le quite clientes (no me pregunten por qué hay gente que llega a la conclusión de que a la FCM se va, no por lo que contiene sino  por las carreteras que van hacia ella). Si presentan recurso ante tal o cual actuación pública, es como consecuencia de alguna actuación inmobiliaria que se les habrá jeringado a Pepe Juan, Fernando y compañía.
            En aquellos mismos años en los que se clamaba por la tutela de la Fundación, coexistía una Asociación Ecologista, El Guincho, que se personaba en todos los debates habidos y por haber. No sólo en las trincheras (Pocillos, Islote del Francés, Papagayo,…) sino jalando de la sociedad (Jornadas de Educación Ambiental, Cultura y Sociedad, Animación Social, …). Suponía un aliciente comprobar que no ibas a estar solo en la lucha. O que podías integrarte en lo que otros habían comenzado. Mirabas a tu alrededor y había gente.
            Hoy, lamentablemente, El Guincho sólo habla cuando Alternativa Ciudadana tiene algo que decir. Y bien está que AC25M diga y que lo haga a voz en grito, pero mucho mejor estaría que, al tiempo, El Guincho estuviera para algo más que para defender una vivienda de pescadores o para pintar de verde las ambiciones políticas de unos pocos.
A mayor gloria de quienes han ansiado siempre que la sociedad esté amordazada, hoy asistimos a diversos intentos de asesinato de la Fundación César Manrique una vez que hemos comprobado que El Guincho ha muerto de muerte natural.  

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