jueves, 29 de junio de 2006

Así los vemos


Coincidiendo con el primer aniversario del actual pacto de Gobierno en el Cabildo de Lanzarote, hemos pensado en que buena cosa sería hacer balance individual y añadirlo al genérico que siempre se estila. Y, ya puestos, que esta misma cosa debería convertirse en costumbre al término de cada “curso político”. Sobre junio y diciembre más o menos. Pero es más, aprovechando el nuevo periodismo que se nos ofrece, les invitamos a que ustedes puntúen, de 0 a 10, de Muy deficiente a Sobresaliente o de Necesita Mejorar a Progresa Adecuadamente (según la generación a la que pertenezca cada cual) a los actores de la cosa pública. A ver si así, sintiéndose regularmente examinados, se esfuerzan en aprobar.


Inés Rojas. Talante. Con grandes dosis de diálogo y paciencia infinita. Llegó a la presidencia sin siquiera imaginárselo. Y se ha notado. Incansable, le pone toda la voluntad del mundo y eso le ayuda pero se precipita a la hora de hablar y crea confusión. No ha encontrado apoyos entre sus socios de Gobierno. Seguramente con más colaboración hubiese ofrecido mejores resultados. Quizá le falte creerse líder. A ver si en el 2007

Manuel Fajardo. Renqueante. Prometía más de lo que ha dado quizá porque la salud no le ha acompañado. Creó la Mesa Insular de la Sanidad y se ha preocupado de los problemas médicos que afectan a diversos colectivos (oncohematológicos, parálisis cerebral…). No ha olvidado que el PSC no es igual a CC ni a ApL (y al revés) y eso ha provocado continuos roces con sus socios.

Mario Pérez. Gentleman. Que dirían los ingleses. Ni una miga en el bigote, ni un pelo en el traje. Tal quiere aparecer Mario Pérez ante la opinión pública, pero eso en política es prácticamente imposible. Tanto buen discurso tiene el hándicap  (o la ventaja) de multiplicar por mucho sus salidas de tono, como cuando la convención de Playa Blanca. Centrado en Inalsa y con problemas por los baños de los Dolores, Mario Pérez vive obsesionado con ofrecer buenos resultados económicos en la empresa pública del agua y con la presión de revalidarse como líder en su partido.

Sergio Machín. Obrero. A hacer (o arreglar) carreteras y punto. Para eso lo han llamado y a eso se dedica. Y como buen capataz de obra “se hace esto y punto”. De último, sin embargo, ha entrado en la senda del “pues venga, vamos a hablar”, sobretodo a raiz de la monumental polémica con la FCM a cuenta de la carretera de La Geria. Harto de yacimientos arqueológicos y también con problemas por los baños de Los Dolores, Machín peca de informar poco acerca de su gestión. Porque una cosa es vender el producto y otra provocar atascos.

Luis Arráez. Fidelidad. Es el hombre de la Presidenta. Su más fiel colaborador y quien más cerca de ella ha estado para sacar la nave del Cabildo adelante. Arráez es quizá quien más ha agradecido la “liberación” del PIL. Ofrece buenas cosas: transparencia económica, partidas específicas para La Graciosa, participación Ciudadana. Tiene prisa por demostrar a la Opinión Pública que otra forma de hacer política es posible. Pero eso ya no está sólo en su mano: recuperar la credibilidad en la clase política nos llevará tiempo.

Marcos Páez. Psé. Forma parte del grupo de gobierno y levanta la mano cuando va a los plenos. Su área no da para mucho. Descolocado esta legislatura por la crisis del que fue (¿o sigue siendo?) su partido –el PIL- Páez ha perdido la ocasión de montarse en el tren del convenio Europa-Marruecos. Batalla fácilmente ganada por la diputada nacional Olivia Estévez que ha sido quien ha rentabilizado el tema. A Marcos Páez le queda seguir con la política de pequeñas subvenciones para los pequeños arreglos de los pescadores y las cofradías.

Higinio Hernández. Tocado. No se ha recuperado de la chapuza del vino-vinagre. Ni siquiera entonces le dejaron dar explicaciones. Hernández, buen encajador, se ha limitado a lo suyo: ahora presento tractores, ahora la campaña del ajillo. Un par de viajes a las Ferias de rigor y cumplido el trámite. Ha sido una legislatura demasiado larga para Higinio y habrá que ver si no le deja secuelas de cara al futuro (en forma de descabalgamiento de listas).

Juan Pedro Hernández. Complejo. Y no va con doble sentido. Juan Pedro coordina áreas sumamente técnicas (Transporte y Seguridad). Son de esas en las que si no hay ningún político al frente no pasa nada. Es más: casi mejor que no lo haya. No ha trascendido que dotara de mayores medios al Cuerpo de bomberos (tampoco que estos lo reclamaran) ni que el transporte interurbano ya funcione a las mil maravillas. Eso sí: terminó con las malas comunicaciones Arrecife-Playa Honda.

Carlos Espino. Protagonista. Le gusta tanto trabajar como que se sepa que trabaja. Con el látigo en una mano y un bolígrafo en la otra, igual azota que firma convenios. Espino (Carlos) tardó poquísimo en hacerle ver a la Presidenta que él iba por libre. Cosa cuestionable. Le echa horas al asunto y coordina un buen equipo –quizá el mejor de la administración-.Pero tiene un problema, y es que no le creen. Ni algunos en su propio partido

Miguel González. Voluntarioso. Savia nueva en tronco viejo. No había llegado a su despacho cuando ya sabía que todos sus esfuerzos debían encaminarse a que las Fiestas de Los Dolores salieran bien. Medio departamento y la mitad de la cuenta corriente dedicado a eso. Fuera de ahí, González ha logrado que el viejo Almacén sueñe con un traje nuevo y ha seguido cazando al vuelo puntuales eventos que se ofrecían en Las palmas y Tenerife. Creó la Mesa de la Educación y la Cultura y ha sido igual de ambiguo que sus antecesores en la única cita puntual que teníamos en el circuito de músicas alternativas: el Festival de Música Visual.

Francisca Toledo. Superada. Debutó reconociendo en rueda de prensa que no tenía ni idea de Deporte. Lo cual no es poca cosa teniendo en cuenta que asumió la responsabilidad de dirigir las políticas deportivas. También las de Juventud. Sin innovar, ha cumplido yendo “al golpito”, hasta que la lió con lo de los campamentos de verano. Es buena gente. Tanto que ni siquiera señaló con el dedo a quien de verdad le había metido en el embolado de suspender los dichosos campamentos. Tuvo que dar marcha atrás.




Miguel Angel Leal. Ruidoso. Hizo ruido con la Fundación de Promoción, que finalmente se ha quedado en Sociedad, a gritos contra Asolán por un 0’6% de turistas de más o menos que nos visitan en Mayo, se faja contra cualquier partido en las interminables broncas mediáticas de los amaneceres….Lleva también la gestión de Residuos. Gestión muy contestada por la oposición, por cierto, y de la que esperamos resultados mucho más eficaces que los hasta ahora demostrados.

Lourdes Bernal. Despierta. De lo mejorcito de este Gobierno. Con ganas, personalidad e ideas. Sus responsabilidades abarcan desde las rebajas de verano hasta la gestión de las energías renovables, en las que está volcada. Es, además, accesible. Lo último: intentar que la abandonada instalación fotovoltaica de Pedro Barba sirva para el autoabastecimiento energético del colegio Ignacio Aldecoa, en La Graciosa.

Angeles García. Comunicativa. Igual que Bernal, Angeles García es otra de las esperanzas de la política insular. Compagina la tarea pública con la orgánica, misión de la que nunca ha rehuido. En el Cabildo, Turismo Interior y Nuevas Tecnologías, que incluye el Centro de Datos que de manera eficaz evacúa constantes estudios y sondeos que han de servir para mejorar las políticas.

Pedro Sanginés. Directo. Con un par. Pasando de si sus políticas perjudican o no la imagen de su partido. Tiene claro lo que hay que hacer y muere con ello. Le cuesta conceder, eso sí. Ve la gestión política como algo nada distinto a la de la empresa privada. La linea recta es el camino más corto entre dos puntos. Lo más político de su comportamiento está en que la opinión pública lo comprenda. Estaría dando explicaciones continuamente.

Juan Santana. Irrelevante. Asuntos Europeos y Personal son sus áreas. Regalamos apartamentos si son capaces de recordar, en treinta segundos, alguna gestión de Santana en los últimos meses. Todavía sin solucionar el conflicto con los trabajadores del Conservatorio de Música su última etapa política –otro llamado a la reserva-  está resultando absolutamente intrascendente.

José María Espino. Silencioso. Espino (José María) ha dejado atrás el ropaje político para vestirse el de gestor. Como tal anda dando salida al Plan Prometeo y a los centros de acogida de inmigrantes. El fenómeno cayuco le ha liberado de los agobios de las pateras y, de paso, ha mejorado sus relaciones con el Gobierno de Canarias. A esto último ha contribuido que el PP ya no maneja Asuntos Sociales.

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