Leo con estupor que los chinos harán honor a su merecida
fama y trabajarán como tales para lograr que una de las industrias más punteras
de Brasil se ubique en suelo mandarín. ¿Cómo? Fácil: se la llevan y punto. O
sea que montones de chinos desmontarán la factoría, cargarán con las piecitas,
las llevarán a un lugar de su inmenso país y, cual si de un lego se tratara,
volverán a montarla chapa a chapa, tornillo a tornillo. Nuevo método. Y digo
yo: ¿no podrían hacer lo mismo con el Ayuntamiento de San Bartolomé? Un día de
pleno, añado.
A ver, no
hace falta que se lleven los pórticos de la plaza, ni el salón de plenos, ni
las mesas de Ikea. Con que carguen con un par o tres de concejales me valdría.
Y pido perdón de antemano al pueblo chino por la faena. Ni siquiera los
desmonten. Vienen, los cogen y se me los llevan. Si puede ser, al Quinto Pino
chino. Esto, a qué engañarnos, tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Por partes. Ventajas: Los chinos ganarían en
población (ya sé que no les hace falta, pero es por buscar algo positivo en la
operación). San Bartolomé ganaría tranquilidad y los periodistas salud. Por el
contrario, los chinos tendrían un problema si a los concejales les da por
reunirse aunque sólo fuera a dos de ellos. Y San Bartolomé
perdería….perdería….esto ¿por dónde iba?
Por cierto, los chinos tendrían que volver para recoger al que falta de
Alternativa, que ahora no tienen a nadie en el Pleno.
Allí estarían más que
entretenidos creando y deshaciendo el Patronato Municipal Chin-Pon, la Sociedad Aldea Beijing,
añadiendo o quitando yuanes a los sueldos, adjudicando el Servicio de Limpieza
de la Región
de Mongolia Interior a unos primos del que tiene el restaurante chino en Mozaga
y otras cosillas que aprendieron por aquí.
Pero hete aquí que antes de
terminar estas cuatro líneas mal hilvanadas me soplan que se ha desconvocado el
pleno que tenía previsto celebrarse el lunes y en el que los actuales
gobernantes tenían previsto recuperar todo lo que la oposición les levantó nada
más quedarse aquellos en minoría. Se conoce que a alguien le ha dado un ataque
de cordura. Qué cosas.
En fín, que perdonen el tono pero
lo de San Bartolomé me resulta cada día más cómico; eso sí, sólo cuando pierdo
de vista que tras los administradores se encuentra toda una población que sigue
asistiendo, atónita, a este particular cuento chino.
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