martes, 26 de mayo de 2009

El PIL y el tiesto


Malos momentos para el Partido de Independientes de Lanzarote, PIL, muy malos. En la llamada “Operación Unión” la Guardia Civil le acaba de detener a su líder histórico, Dimas Martín, a una de las hijas de éste, Elena Martín, a su hombre de confianza de toda la vida, Matías Curbelo, a dos de sus concejales, Ubaldo Becerra y José Miguel Rodríguez y a otras dos personas relacionadas con el partido. En un día que no olvidarán, además, se quedan en la oposición en el ayuntamiento de Arrecife. Les ha echado su más fiel amigo en las últimas décadas: el Partido Socialista.
            El PIL no ha encajado con humildad este nuevo -y muy duro- golpe de la Justicia (no olvidemos que la Guardia Civil actúa por orden del Juzgado nº 5 de Arrecife). Al hilo de sus dos más recientes antecedentes, el de la pegatina del preso político y el último episodio de “la justicia del PIL la dicta el pueblo”, los insularistas lanzan un envite a la justicia y la policía poniendo en entredicho las detenciones de Becerra y Rodríguez, hablando de “maniobra política” e ironizando acerca de si están “secuestrados o desaparecidos”.
            El PIL vuelve a mear fuera del tiesto. Ni Dimas es un preso político, ni “su” justicia la dicta el pueblo ni los dos concejales están desaparecidos. Más bien lo que está desapareciendo es la decencia y el respeto debido a los votantes que le van quedando al PIL. Todas estas boutades tienen la marca registrada del ideólogo del partido. Alguien que se jacta de conocer perfectamente el pueblo de Lanzarote, que siempre ha respondido al PIL, sí, pero cada vez menos.
            El pueblo al que dicen conocer va envejeciendo y los nuevos potenciales adeptos han ido pasando por la escuela, el instituto y la universidad y ya no se creen lo que les cuentan sino que piensan por ellos mismos. Quizá sea esa una explicación de la paulatina pérdida de fuerza de los insularistas. Toca reflexionar. Quizá puedan ser capaces de soltar lastre, agradecer los servicios prestados, jurar amor eterno y respeto hasta el fin de los días al gran hacedor de la formación, y empezar de cero. La otra alternativa es seguir como ahora.

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