Malos momentos para el Partido de Independientes de
Lanzarote, PIL, muy malos. En la llamada “Operación Unión” la Guardia Civil le acaba de
detener a su líder histórico, Dimas Martín, a una de las hijas de éste, Elena
Martín, a su hombre de confianza de toda la vida, Matías Curbelo, a dos de sus
concejales, Ubaldo Becerra y José Miguel Rodríguez y a otras dos personas
relacionadas con el partido. En un día que no olvidarán, además, se quedan en
la oposición en el ayuntamiento de Arrecife. Les ha echado su más fiel amigo en
las últimas décadas: el Partido Socialista.
El PIL no
ha encajado con humildad este nuevo -y muy duro- golpe de la Justicia (no olvidemos
que la Guardia Civil
actúa por orden del Juzgado nº 5 de Arrecife). Al hilo de sus dos más recientes
antecedentes, el de la pegatina del preso político y el último episodio de “la
justicia del PIL la dicta el pueblo”, los insularistas lanzan un envite a la
justicia y la policía poniendo en entredicho las detenciones de Becerra y Rodríguez,
hablando de “maniobra política” e ironizando acerca de si están “secuestrados o
desaparecidos”.
El PIL
vuelve a mear fuera del tiesto. Ni Dimas es un preso político, ni “su” justicia
la dicta el pueblo ni los dos concejales están desaparecidos. Más bien lo que
está desapareciendo es la decencia y el respeto debido a los votantes que le
van quedando al PIL. Todas estas boutades tienen la marca registrada del
ideólogo del partido. Alguien que se jacta de conocer perfectamente el pueblo
de Lanzarote, que siempre ha respondido al PIL, sí, pero cada vez menos.
El pueblo
al que dicen conocer va envejeciendo y los nuevos potenciales adeptos han ido
pasando por la escuela, el instituto y la universidad y ya no se creen lo que
les cuentan sino que piensan por ellos mismos. Quizá sea esa una explicación de
la paulatina pérdida de fuerza de los insularistas. Toca reflexionar. Quizá
puedan ser capaces de soltar lastre, agradecer los servicios prestados, jurar
amor eterno y respeto hasta el fin de los días al gran hacedor de la formación,
y empezar de cero. La otra alternativa es seguir como ahora.
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