Pongamos que una pequeña empresa cuya actividad económica se
desarrolla en Lanzarote entra en dificultades y precisa ayuda del Gobierno de
Canarias. Nada raro, por otra parte. Están cayendo como moscas. Hoy por hoy,
con los instrumentos de que disponemos en la isla, a esa empresa le quedarían
dos telediarios. O uno. No es tanto por la lentitud de la Administración , que
también. Es mayormente por la ausencia de esa administración en el lugar donde
reside el administrado. Dicho de otro modo. En pleno siglo XXI en Lanzarote
todavía hay que coger el Binter para cualquier papeleo.
Las
patronales de la isla y la
Cámara de Comercio ya han alertado de la situación, pero se
ve que el Atlántico no favorece el viaje de las palabras de una isla a otra. Es
el mar que nos sigue separando, lejos de unirnos. Ocurre también, en ocasiones,
que nuestros representantes públicos no lo son tanto de la isla cuanto del
partido en el que militan.
Hay dos
ejemplos que ilustran lo que se ha dicho. En los dos casos la Cámara de Comercio de
Lanzarote es quien reivindica. En uno de ellos se pide que Sogapyme destine a
Lanzarote un par de personas y habilite una oficina para que los trámites del
empresario insular sean más eficaces y le salgan más baratos. Huelga explayarnos
en lo que puede significar que te falte un papel en tu visita a Las Palmas de
Gran Canaria para sellar cualquier cosa en la oficina de turno. La respuesta,
de momento, el silencio.
La segunda
reciente reivindicación tiene que ver con la Zona Especial Canaria (Zona
ZEC). Potencial económico y humano le sobra para que alguien en la isla atienda
desde aquí a quienes quieran implantarse en suelo ZEC lanzaroteño. Pagando
ellos, por supuesto, como ocurre en Gran Canaria. En este caso la respuesta no
ha sido el silencio, sino los exabruptos del Secretario General de los
Socialistas de Lanzarote por haber incomodado al presidente de la ZEC , Juan Alberto Martín, uno
de los suyos. No aprendemos.
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