lunes, 8 de mayo de 2006

O pá yo via hacé un corrá (y nosotros con el PIOT)


No debo ser el único. Cuento con que ustedes hayan escuchado a un tal Koala berrear una, llamemos, canción que lleva por título O pá yo via hacé un corrá. Así tal cual. Tranquilos si no la han escuchado. Ya lo harán pues amenaza con convertirse en la canción del verano. En síntesis, el paisano se muestra más que ilusionado con la idea de hacer un corral, y se lo cuenta a su padre. Describe que cogerá un par de tablones, la chapa de los bidones, que tiene las maneras e intenciones y  que p’alante. Y digo yo que suerte tiene de vivir en Extremadura. De haber vivido aquí la canción pasaría a llamarse O pá no me dejan hase un corrá. Porque salvo que seas autoridad o primo hermano de la autoridad, ni se te ocurra tocar una piedra en el campo porque te caen arriba el Seprona, Medio Ambiente, la Brigada Ecológica, el Equipo A y las cheerleaders de los Grizzlies de Memphis. Y no vale decir que “es que el concejal me ha dicho-que-vaya-haciendo-que-ya-me-darán-licencia”.
            Pero estamos trabajando en ello. Hace la tira de años que estamos trabajando en ello. Trabajamos tanto en ello que se nos olvida que las tareas no sólo hay que empezarlas sino, y sobretodo, terminarlas. Data del año 2003 la Aprobación Inicial de la Revisión del Plan Insular de Ordenación (PIO), y de muchísimo antes el problema y su discusión, y todavía tenemos las cabras en el corral al lado de la Farmacia del pueblo. Prometieron ofrecer un tratamiento específico, adecuado y más flexible a toda una serie de obras menores como aljibes o vallados y además  modular la edificación en almacenes y establos en función de la dimensión de la parcela y la revisión de sus condiciones de localización en ciertas categorías de suelo rústico, entre otras cosas. Pero la realidad es que la gente del campo sigue esperando y con las manos atadas.
            Siempre hay algo que acaba por desplazar este debate a un segundo o tercer plano. La pobre gente del campo a la que tanto queremos, a la que tanto admiramos, a la que tanto debemos y de la que tanto nos acordamos mes y medio antes de las elecciones, sigue mirando con cara de estupor a los grandes teóricos del territorio. Unos proponiendo aquaparks donde antes hubo papas, otros pantalanes donde las viejas se encontraban con el cebo y los de más allá circuitos de Fórmula 1 sobre jable. Batatódromo, lo podrían llamar, sugiero.
            En definitiva, que quizá el tal Koala del que les hablé al principio nos ha dado la pista. Ya que aquí no nos dejan hasé un corrá, mejor nos ponemos a cantar y reconvertimos las cebollas en cd’s, las papas en emepetrés y la Geria en el Festival de Benidorm. Y sino, ¿no dicen que quien canta su mal espanta?, pues igual espantamos a cuatro o cinco de esos teóricos y en las próximas elecciones tenemos más suerte.

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