Empresa y trabajadores de los Centros Turísticos se sentaron
ayer de vuelta a las negociaciones que, a corto plazo, tratan de evitar una
huelga que sigue amenazante para este jueves y días sucesivos, y que a la larga ha de
servir para crear un marco laboral en el que tendrán que desenvolverse los
actuales miembros de la plantilla de los Centros y aquellos que se incorporen
para cubrir jubilaciones o bajas.
La negociación fue a puertas abiertas para los medios de
comunicación, lo cual no deja de ser una novedad. Ahora bien, si este hecho,
unido a la inmediata nota de prensa de la Empresa lamentando la falta de
acuerdo y tratando de poner en evidencia la generosidad empresarial y la
inflexibilidad de los trabajadores, tiene por objetivo poner a los trabajadores
a los pies de los caballos, mal vamos.
Y mal vamos porque no es demasiado inteligente zarandear a
quienes, pasado mañana, literalmente, te pueden montar una huelga de las de
acordarse toda la vida. Pero, más allá, tampoco parece muy elegante poner en el
escaparate público a ciudadanos que luchan por sus derechos laborales y tratar
de hacerlos pasar por salteadores de caminos, o de arcas públicas.
Circula en determinados ambientes políticos que ahora es el momento para que desde la política se pueda hacer lo que le viene en gana con los trabajadores
porque, total, hay miles que lo están pasando infinitamente peor. Doble error:
mal en un gobierno que quiere enfrentar a ciudadanos con ciudadanos y corto de
vista si tenemos en cuenta que en Lanzarote, la mayoría, estamos en otras
preocupaciones. El agua o la falta de ella, por ejemplo, es una muestra bien
clara.
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